El artista es quien percibe las alteraciones que los nuevos
mass media han producido en el hombre, quien comprende
que el futuro es ahora; es el artista quien utiliza su
trabajo para preparar las bases del cambio.
Marshall McLuhan
LA CULTURA VISUAL Y TECNOLOGICA
Nuestra "aldea global" está regida por la cultura de la sobreestimulación, que se define como una descarga sin tregua de información visual auditiva y psíquica. La presencia penetrante de los medios masivos -que McLuhan plantea como "extensiones del hombre"- contribuye a la desaparición de nuestra linealidad discursiva en favor de una percepción más aguda, fragmentada y, al mismo tiempo, globalizadora. Los llamados nuevos lenguajes de la era tecnológica desdeñan la causalidad y la cronología para convertise en proyectores de experiencias internas, emociones no racionales que se ubican en un nivel más profundo; es decir, que devuelven al primer plano el caos esencial, primigenio, que el pensamiento lineal pretendía ocultar.
Sin restarle importancia a los factores socioeconómicos, podemos afirmar que la historia de la cultura se encuentra ligada a la evolución y desarrollo de nuestra percepción. Cuando Gutenberg inventó la imprenta no sólo hizo crecer al público lector, también alteró sensiblemente nuestra forma de concebir el mundo (hecho que le valió la condena de las jerarquías conservadoras). La feneciente cultura oral fue dando paso a una cada vez más vigorosa cultura de la imagen, la cual ha privilegiado nuestro sentido visual y provocado, según el investigador canadiense, la fragmentación de nuestra percepción global. Posteriormente, la Revolución Industrial y los permanentes hallazgos tecnológicos han ido potencializando aún más la comunicación de masas, pero al mismo tiempo han moldeado nuestros sentidos hacia peculiares formas en la recepción de la información.
Si el formato del libro favoreció la expresión lineal, la aparición del periódico provocó una nueva fractura en las formas de ordenar la información. El hecho de que en una misma página aparecieran artículos de contenido diverso en una yuxtaposición arbitraria, provocaba en el lector libresco gran dificultad de aprehensión. Edmund Carpenter afirma que "el desorden del periódico obliga al lector a desempeñar el papel de productor. El lector ha de procesar para sí mismo las noticias [...] el formato del periódico reclama la participación directa del consumidor"(1). Algo similar nos demuestran los experimentos realizados con las culturas tribales de Africa, muy entrado nuestro siglo, cuando los espectadores no pueden explicarse a dónde va un personaje que sale del campo visual de la pantalla cinematográfica. Esto nos lleva a pensar de entrada que la asimilación que hoy día tenemos de ciertos medios comunicantes se debe a las transformaciones que nuestra percepción ha sufrido por la interacción del medio, es decir, que nuestros sentidos han logrado codificar ciertas descargas de estímulos visuales, auditivos, tactiles, los cuales contienen una cantidad de información que antes nos hubiera sido difícil interpretar.