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30/1/12

Memoria de Emociones (4)

La visita del Ángel, esc. de Alejandro Luna (foto. Gerardo Súter)
Teatro Mexicano de los Ochenta
Cap. 6. Los escenógrafos

Como muestra de una efímera grandeza, la escenografía vive unos minutos cada día, y después sólo es madera, plástico, material de desecho. La relación que guarda con el resto de las artes escénicas sólo se verifica cuando hay un actor, un espectador y una luz sobre el espacio:

La escenografía se inscribe en el tiempo del teatro; de aquí su carácter de arte dependiente, no autónomo, sino efímero y cinético
                                                                  Alejandro Luna (42)

No siempre prevaleció esta postura entre los diseñadores del espacio escénico. A este campo creativo emigraron numerosos pintores que, no pudiendo integrarse al lenguaje colectivo, pretendieron imponerle condiciones de arte independiente. Incluso el famoso escenógrafo Ezio Frigerio declaró en alguna ocasión que su trabajo consistía en "hacer escenografías en las cuales, desgraciadamente, se dicen textos" (43). No obstante, en la actualidad nadie discute que la escenografía posee un lenguaje distinto al de la arquitectura, la pintura o el dibujo.

22/10/11

Memoria de Emociones (3)

Óscar Liera
Teatro Mexicano de los Ochenta
Cap. 3: Los dramaturgos

Casi todos los críticos están de acuerdo en afirmar que uno de los hechos teatrales más importantes de los últimos años lo constituyó el surgimiento de un nutrido grupo de autores, a quienes se les dio en llamar la nueva dramaturgia mexicana. Se considera como fecha simbólica de nacimiento la realización de los ciclos de lecturas organizadas por la Universidad Autónoma Metropolitana en 1979, ciclos en los que se dieron a conocer varios de los dramaturgos después indispensables de la escena nacional: Jesús González Dávila, Victor Hugo Rascón Banda, Oscar Liera, entre otros. Este grupo de autores, a los que se agregaban otros con obras ya estrenadas y una presencia irregular, como Wilebaldo López u Oscar Villegas, no estaban unidos por alguna búsqueda común o generacional -quizás por cierta concepción particular de "lo mexicano", sino por las formas tan opuestas de resolver en términos teatrales sus historias.

La llamada Nueva dramaturgia se trata de un grupo de muchachos a quienes se les ha inflado inútilmente…. Desde luego no es una calificación, pero sólo dos o tres nombres se pueden rescatar de esta Nueva Dramaturgia. Si bien, como dice la Biblia, “por los hechos los conoceréis”, hay que esperar que maduren pues lo que hemos visto hasta ahora es mucho diálogo sin contenido dramático.
Héctor Azar (26)

13/10/11

Memoria de Emociones (2)




Lo que Cala son los filos
Teatro Mexicano de los Ochenta
Cap. 1: Puestas en escena

Quisiéramos suponer que en algún tiempo todas fueron artes del presente, y tenían su fin en sí mismas, en el goce momentáneo que prodigaban (no hablamos de la arquitectura, "tal vez el único arte útil"). Si nadie registraba la historia era porque las pinturas se borraban con la lluvia, las palabras eran viento y mañana nunca se sabe... Pero aparecieron la escritura y los acetatos para poner en guardia al artista, para enfrentarlo al duro examen de los tiempos venideros. Tal vez radique en eso la mayor trampa que se impone la valoración artística; existen hechos -como la historia misma- inverificables, que aun reconstruidos paso a paso ya no son lo mismo. Por eso para Peter Brook "el teatro es siempre un arte autodestructor y siempre está escrito sobre el agua" (11).

5/10/11

Memoria de Emociones (1)


MEMORIA DE EMOCIONES
Teatro mexicano de los Ochentas



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NOTA EDITORIAL

A mediados de 1991 Alberto Celarié, director de la revista Correo Escénico (para quienes no la conocieron, algo así como la Paso de Gato de aquella epoca), nos encomendó a Geovanni Galeas y a mí preparar una serie de crónicas sobre teatro que serían profusamente ilustradas por el fotógrafo Fernando Moguel. Bancomer estaba muy interesado en regalar a fines de año un libro de arte a sus mejores clientes, así que el contenido del libro, originalmente llamado Alturas del Teatro en México, debía ser festivo, glorificar el arte escénico y contagiar a los lectores el gusto por el teatro a partir de sus espectaculares imágenes. Por todo eso el plan de obra consistió en dejar hablar a los artistas y construir la crónica a la manera de un collage testimonial y de fotos; se trataba de fijar las primeras impresiones de una década rica en montajes memorables y visualizar el rumbo que tomaría el teatro en los siguientes años, los últimos del siglo.