Estudio introductorio a El espectáculo invisible (1999)
Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento,
Pero que hiciese pedazos el universo.
Ciorán
- La tentación de escribir (sobre teatro)
Es una verdad incómoda que nuestra obstinación por hacer teatro sea inversamente proporcional a la necesidad, gusto o capacidad de reflexionarlo y de vernos en él. Si el número de nuestros estrenos pareciera testificar a favor de una vigorosa actividad teatral, así de cuantiosa es la carencia de parámetros para deslindar lo oneroso de lo esencial, el grano de la paja. Se ha comentado reiteradamente que en México no existe la crítica teatral, pero en las mismas ocasiones se ha dicho que esa verdad lo es a medias; existen críticos en México, algunos de ellos serios y estimados, pero no existe un fundamento de la crítica teatral. En el mejor de los casos la crítica casuística aporta elementos de análisis, pero no aspira a crear un mecanismo de espejo que en verdad retroalimente. Lo único, o casi, que existe en nuestro país es la opinión periodística (que nada tiene que ver con la propuesta crítica de Lessing); este formato breve al que estamos acostumbrados cumple, eso sí, una función muy práctica al colocarse el interlocutor en la posición de público; tal vez así podamos comprender por qué nuestra obra ha fracasado ante un espectador medio, o encontrar el secreto del éxito comercial que antes del estreno no podíamos sospechar. Sin embargo, lo limitado de esta visión inmediatista deviene casi siempre en la pérdida de los esencial, de aquello que los artistas realmente queremos decir y de las formas que adoptamos para hacerlo. La crítica no es un medidor de calidad artística, sino el intento de una reflexión sobre el mundo, sobre los hombres y sus relaciones, a partir de los materiales que el artista propone.