Comenzó a fines de 1994 como un proyecto académico según el cual Héctor Mendoza elaboraría un ensayo sobre su propia técnica, a partir de lo que él consideraba sus aproximaciones y discrepancias con Diderot y Stanislavski, las fuentes primigenias de toda teoría sobre la actuación. Al cabo de algunos meses, Mendoza presentó al CITRU su primer avance de investigación; un artículo para el número uno de la revista Documenta. En él planteó lo que podríamos entender como una desviación providencial en el proceso de investigación: en primer lugar, ya no escribiría un ensayo sobre su propia teoría o técnica, sino sólo sus "rectificaciones" a los postulados de los dos pioneros en el tema; en segundo, también la forma de su reflexión se modificaría al adoptar el diálogo como medio de exposición.
Al cumplir un año de investigación, Mendoza dio