Amanecí con tortícolis y –pese a que me habían advertido que dolía–, decidí probar la tan recomendada cama de hidromasaje.
La cama debe haberse descompuesto (o algo así) porque a los pocos segundos el rodillo se detuvo a mitad de la espalda y las "placas" de las plantas de los pies empezaron a quemarme.
Yo que no sabía de qué iba el asunto, aguanté 20 minutos con la cabeza colgando hacia atrás y los pies al rojo vivo.
Cuando llegó la "enfermera" me dijo "ay, disculpe", y me pasó a otra cama que sí servía.
Demasiado tarde para mi espalda, que ahora grita...
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