25/5/22

La venganza de la gleba


 Al inicio del siglo XX no hay teatro más popular que el de Género Chico; el público ha descubierto no hace mucho el placer que procura el que libretos y canciones recreen las noticias de actualidad de un México que está cambiando, así sea por el simple desgaste del régimen. En ese contexto, llama la atención la aparición del drama La venganza de la gleba, de Federico Gamboa, publicada en 1904 y estrenada un año más tarde por la Compañía de Virginia Fábregas. La representación constituye un peculiar suceso pues, aunque enclavada en una tradición romántica en franco declive, introduce dos elementos que la vuelven novedosa y audaz: en primer lugar, la recreación del habla popular con pretensiones literarias muy distintas a las de la caricatura cómica que la revista teatral propaga; a través del lenguaje Gamboa recrea “la actitud enigmática del indio, al que pinta sin deformaciones”, expresa Francisco Monterde (1956). En segundo lugar, la obra identifica un huevo de la serpiente alojado en el imaginario colectivo y advierte del posible estallido social, de allí la dedicatoria “a los ricos de mi tierra” para que, como sugiere John B. Nomland (1967), procuren una mayor justicia social en México. Aunque no se trate de una obra propiamente revolucionaria, La venganza de la gleba inaugura un tema que tendrá numerosos continuadores; todavía transita por el puente de dos épocas e identifica como personales problemas de evidente raigambre social, aquellos que surgen en el trato cotidiano del hacendado con sus peones; no obstante, la crítica termina siendo nítida y pone a flor de piel los recelos que alimentan el encono social. Muy pronto la obra engrosará las filas de un repertorio en desuso y se convertirá para el teatro en una pieza de museo, pero su irrupción en escena ha bastado para entender la posibilidad que tiene el teatro de abordar su realidad más inmediata. 
       Federico Gamboa es autor de sólo un puñado de obras dramáticas y su paso por la literatura ha quedado marcado por la publicación de su novela Santa; sin embargo, el teatro le guarda un sitio emblemático entre los autores que retrataron las pulsaciones de su tiempo.  


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Referencias: 

-       Monterde, F. (1956), Teatro mexicano del siglo XX. México. FCE. P. 91

-       Nomland, J.B. (1967) Teatro mexicano Contemporáneo. México. INBA. Pp. 214-15. 

-       Cantón, W. y otros. (1982) Teatro de la Revolución Mexicana. México. Aguilar. 1982. 

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