7/11/20

Los teatros en la ruta de Cortés

Teatro corral Gregorio de Gante en Tecali, Puebla (Foto José A. Terán, Rev. de la Universidad)  

Si vamos a hablar de cartografía, hablemos de la que nos muestra la distribución de los teatros en América, una historia que en realidad nos propone una doble lectura. No será un recorrido exhaustivo, pero espero que sea ilustrativo de los caminos que el teatro profesional español recorrió para instaurarse en el Caribe y en México, antes de que lo mismo ocurriera en Sudamérica y en los Estados Unidos, las otras dos rutas de introducción del teatro en América. No omitimos la influencia del teatro de evangelización y de las tradiciones locales en la conformación de nuestros teatros nacionales, pero nos interesa concentrarnos en la tradición instaurada a través del edificio teatral.  

Fue en La Española (hoy Dominicana) donde se llevaron a cabo las primeras representaciones teatrales españolas, a principios del s.XVI, pero los primeros corrales de comedias  se establecieron en la Ciudad de México en los inicios de la Colonia. El más antiguo, sin embargo, se conserva en Puebla: el corral llamado actualmente “Gregorio de Gante”, en Tecali de Herrera, que según se cuenta fue construido elrededor de 1540 y aún se emplea para representaciones. 

Lo importante, en este caso, es identificar el momento en que la población comienza a observar al teatro como un componente de la arquitectura urbana. Los corrales son, por lo general, edificaciones en el interior de una casa que se componen por un patio central, un piso elevado de balconería y un escenario frontal. A diferencia de lo que ocurre con los espectáluos religiosos y cívicos realizados en las plazas públicas, los corrales popularizan las funciones privadas y, por tanto, la profesionalización del teatro para disfrute de criollos y mestizos.  

Durante el s. XVII aparecen y desaparecen corrales y coliseos –que así empiezan a llamarse–, casi siempre por el cambio de giro del inmueble o por los estragos del fuego, enemigo mortal de los teatros de madera. También surgen las primeras compañías estables –estrictamente españolas–, como la del Hospital Real de Naturales, fundada en 1672.

Tenemos que remontarnos a 1753 para consignar la inauguración del primer teatro de América, el Nuevo Coliseo de la Ciudad de México, así llamado porque sustitúa al viejo edificio de madera que funcionó por 30 años.  Durante 178 años abrió sus puertas este inmueble, bautizado después como Teatro Principal, hasta que un incendio lo destruyó en 1931, al final de una función encabezada por Joaquín Pardavé. Hay que decir que el Nuevo Coliseo o teatro Principal  no  fue sino el primero de una serie de teatros que definirían el estilo de la nueva comedia y el género musical, que comenzaban a popularizarse en la América española. 

Teatro Principal

Hago un somero recuento de algunos de los principales teatros construidos entre fines del XVIII y el siglo XIX, sólo para establecer los ejes de nuestro argumento. Por eso volvemos a Puebla, donde en 1761 se inaugura el Teatro Principal, el más antiguo de entre los que aún existen y funcionan como tal. 

Teatro Principal de Puebla

De allí vamos a Guanajuato para constatar la apertura en 1788 del corral de Comedias que más tarde será rebautizado como Teatro Principal (aún existente, aunque modificado); a  Mérida donde en 1806 abre el teatro San Carlos (en el mismo predio donde más tarde se asentará el Peón Contreras); a Campeche donde en 1834 se inaugura un teatro de estilo neoclásico que lleva el nombre de la ciudad (actualmente rebautizado como “Francisco de Paula Toro)”. 

Teatro Campeche

Y finalmente a Veracruz, que el mismo año inaugura su Teatro Principal. 

Teatro Principal de Veracruz

En Cuba, mientras tanto, se desata una ola edificadora que permite la apertura de los teatros Tacón, en 1838, el Principal, de Camagüey, en 1847:

Teatro Camagüey

El Sauto de Matanzas, en 1863, y el Irijoa de La Habana (hoy Teatro Martí), inaugurado en 1884. 

teatro Martí 

Volviendo a México, cabe consignar también la construcción del teatro Ocampo de Morelia, entre 1828 y 29, la inauguración del teatro de Iturbide en la ciudad de Querétaro (hoy Teatro de la República), en 1852, 

Teatro de la República

y el Degollado de Guadalajara, cuya función inaugural tuvo lugar en 1866.

Teatro Degollado

Los datos anteriores nos sirven para identificar un mapa, pero sobre todo una ruta comercial: la ruta comercial del teatro. 

Desde que esta disciplina se instauró en América como espectáculo profesional, el negocio estuvo siempre en manos de los españoles, que viajaban al continente para realizar largas temporadas; el teatro criollo o mestizo no gozaba de prestigio y se demandaba entonces la presencia de los profesionales de la península, que arrastraban la fama del gran teatro que se hacía por entonces en la madre patria. Manuel Mañón afirma que el primer actor español instalado en México fue “un tal Navijo”, llegado en 1595, y desde entonces se estableció la costumbre de fijar elencos encabezados por actores migrantes. Viajar al continente resultaba muy caro para las compañías establecidas en la península, por eso la construcción de teatros en la ruta de los viajes a la América constituyó una estrategia magistral para permitir la rentabilidad de obras y compañías. 

Desde el siglo XVII y hasta bien entrado el XX la actividad teatral estuvo dominada por las compañías españolas que emprendían viajes trasatlánticos de muchos meses, a veces de años, instalándose primero en Santiago de Cuba, para realizar después temporadas en Matanzas, Camagüey y La Habana, antes de emprender el viaje a México por la ruta de Mérida, Campeche, Veracruz, Puebla y la Ciudad de México, que constituía la parada culminante para las agrupaciones artísticas. Aunque no era tan frecuente, a veces las compañías segúían la ruta hacia el norte haciendo base en Querétaro, Guanajuato, Morelia y Guadalajara. La permanecia en cada teatro y ciudad dependía del éxito y el tamaño del repertorio de la compañía, aunque de una u otra forma la renta mínima estaba garantizada por el acuerdo de presentación en cada una de las sedes, también manejadas por empresarios españoles. 

Propongo concentrar un momento la mirada en este mapa y en esta segunda ruta de Cortés  para identificar la forma en que se consolidó esta específica conquista cultural que ha dado forma al teatro hispanoamericano. Resulta sorprendente su fuerza y penetración, al grado de que todavía un siglo después de consumada la Independiencia, en algunos teatros se exigía a los actores el ceceo español. 

Cierro con una anécdota leída en Olavarría o en Reyes de la Maza, que podría explicar aquella dependiencia teatral: en 1827 se emitió el decreto de expulsion de los españoles en México y los teatros se desplomaron luego de que artistas españoles que habían fijado su residencia en nuestro país tuvieron que refugiarse en Cuba o volver a Europa. Durante dos o tres años fue imposible contar con los elencos profesionales a los que el público estaba acostumbrado; los actores mexicanos eran rechazados por su falta de experiencia y fatal pronunciación. Ni siquiera los esfuerzos de Lucas Alaman por encargar la conformación de una compañía mexicana profesional acallaron las críticas, de tal forma que el presidente Bustamante tuvo que emitir otro decreto de excepción para que los artistas teatrales españoles pudiesen trabajar en México. A partir de entonces, los teatros volvieron a llenarse de malinchistas. 


Referencias

No hay comentarios.: