A cinco años de su muerte (11-02-08) recordamos al gran Emilio Carballido con un par de artículos sacados de nuestro archivero
No ha habido en el siglo XX y lo
que va del actual dramaturgo mexicano más estrenado que Emilio Carballido. A lo
largo de seis décadas escribió 150 obras dramáticas y, más asombroso aún, no
hubo decenio en que no colocara al menos una o dos obras entre las más
destacadas producciones del periodo. Por citar sólo un puñado de piezas que
forman parte indiscutible del repertorio del siglo XX, ahí están Rosalba y los
Llaveros, estrenada en el palacio de Bellas Artes, en 1950; La danza que sueña
la tortuga, de 1954; Silencio pollos pelones, ya les van a echar su máiz,
puesta en escena en 1963; Te juro Juana que tengo ganas, en 1967; Fotografía en
la playa, llevada a escena por primera vez en 1985, el mismo año que Rosa de
dos aromas, aunque ésta se mantendría en cartelera por cerca de una década, y
Escrito en el cuerpo de la noche, producida en 1995 para conmemorar sus 70 años
de vida. Todavía en sus últimos años se dejó sentir con Zorros chinos,
obra con la que ratificaba una vez más la agudeza de su instinto dramático.
A
pesar de sus blasones, son pocas las piezas de este autor que pueden
conseguirse fácilmente en librerías; tal vez un puñado de publicaciones que
reiteran los títulos de siempre, lo que contrasta con el nutrido número de
ediciones que durante medio siglo dieron cuenta de su prolífica pluma. Por esa
razón nos proponemos hacer un recorrido por algunas de las publicaciones que el
lector interesado puede rastrear si tiene el interés de conocer más detalladamente
la obra dramática y narrativa del escritor veracruzano.
En
primer lugar, y para abarcar el mayor número de textos dramáticos, vale la pena
conseguir los dos volúmenes que la Universidad Veracruzana editó en 1992 bajo
el título Teatro de Emlio Carballido.
En ellos se reúnen 21 obras de diversas épocas; dramas, comedias, monólogos y
farsas, entre las que se encuentran Un pequeño día de ira, Yo también hablo de
la rosa, Felicidad y Las cartas de Mozart. Con estos dos tomos es posible
apreciar el amplio espectro de su producción, así como la reiterada eficacia
dramática que todavía hoy en día hace que sus obras sean las más socorridas por
grupos profesionales y aficionados de todo el país.
Si
añadimos a nuestra biblioteca el volumen DF,
52 obras en un acto, que el Fondo de Cultura Económica editó en 2006,
podríamos hacernos en sólo tres volúmenes con prácticamente la mitad de su
producción dramática. Pero detengámonos un momento en esta colección de obras
breves, ofrecidas por el autor para nutrir a las escuelas con textos que
pudiesen llevarse fácilmente a escena. Su primera edición se remonta al año de
1957, cuando Carballido reunió nueve obras en torno al espacio geográfico de la
capital, con la intención adicional de separarse de aquellas anécdotas
provincianas propias de su primera época como autor. La edición corrió a cargo
de Teatro de México, colección dirigida por álvaro Arauz, posiblemente el más
importante editor de teatro durante el siglo pasado. Cinco años después, en
1962, la Universidad Veracruzana reeditaría el volumen, agregando cuatro textos
más, entre ellos los ya legendarios Un cuento de navidad, Pastores en la ciudad
y El censo. A partir de entonces, cada nueva edición de DF ha agregado 13
textos más, como la de 1978, editada por Grijalbo, o la de 1985, que dio a
conocer 13 nuevos títulos, para llegar a 39. La versión definitiva, por tanto,
es la editada por FCE hace apenas unos años.
Para
los coleccionistas cabe citar la primera edición de Carballido: se trata de La
zona intermedia y Escribir por ejemplo, publicadas en 1951 por la Unión
Nacional de Autores, en su colección Teatro Mexicano Contemporáneo. Más fácil
de conseguir en librerías de viejo es su segunda publicación: se trata del
tercer volumen de Teatro Mexicano del Siglo XX, editado por FCE en 1956, donde
se incluye La danza que sueña la tortuga, una de las obras favoritas del propio
dramaturgo.
Las
ediciones más populares a la fecha siguen siendo la de Lecturas Mexicanas del
FCE, que en su número 24 incluye Rosalba y los Llaveros, El relojero de Córdoba
y El día que se soltaron los leones; así como el volumen de Editores Mexicanos
Unidos que reúne Te juro Juana que tengo ganas, Yo también hablo de la rosa y
Fotografía en la playa, ambas de fácil y económica adquisición.
No
hay que olvidar la veta narrativa de Carballido, no por menos abundante, menos
apreciada. Destaca, en primer lugar, el volumen de cuentos La caja vacía, cuya primera edición se remonta a 1962, y que el FCE
ha reimpreso en numerosas ocasiones. El volumen incluye 10 cuentos en los que
se aprecia su capacidad para el trazo de personajes, el ritmo narrativo y la
creación de atmósferas relacionadas con su infancia y juventud. En 1965 publicó
con Joaquín Mortiz su primera novela: Las visitaciones del diablo, que además
de tener diversas ediciones fue llevada al cine con las actuaciones de Ignacio
López Tarso y Gloria Marín.
Mención
aparte merece su labor editorial, no sólo a través de antologías que dieron a
conocer en su momento a nuevas generaciones de dramaturgos, sino
fundamentalmente por la aparición y sobrevivencia de Tramoya, revista editada
por la Universidad Veracruzana, que a lo largo de 33 años ha divulgado cientos
de textos dramáticos de México y el mundo.
Imposible
resulta mencionar las más de setenta publicaciones, entre ediciones y
reediciones, debidas a la pluma del escritor cordobés. Para los obsesivos, cabe
remitir al Catálogo de obra de Emilio
Carballido, elaborado por Socorro Merlín para el Centro de investigación
Teatral “Rodolfo Usigli” (CITRU), que sólo se puede adquirir en CD Rom en las
librerías Educal. Este singular trabajo reúne argumentos, comentarios, fichas
técnicas y editoriales de todas y cada una de sus obras, de tal forma que nada
ha de quedarse en el tintero.
Originalmente publicado en Hoja por hoja, suplemento literario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario