Nunca fue sólo un juego y ahora nadie duda que es una
religión, pero más allá de su fiesta y su filosofía, más allá de su drama y su
iconicidad, el futbol se ha vuelto un universo en sí. Cuestión de echar ojo a
estas once escenas (y una coda) que juntas o separadas refieren la relación
del hombre con el cosmos. Porque se puede ser parte de la tribu, pero todos
tenemos una percepción particular, una experiencia desde la cual juzgar al
mundo. En este caso, se trata del portero que mira el juego a la distancia y,
no obstante, es el protagonista de sus momentos más críticos, cuando el balón se
cita con la red. En los 90 minutos que se narran
encontraremos abordamientos sociológicos al tema (“jugadores mercenarios”); análisis de cálculo y
probabilidad (“¿derecha o izquierda?”); invitaciones al Fair play (“¡Hijo de puta, aquí te espero!); relaciones padre-hijo
(“El míster me ignora, el míster siempre me ignora”) y hasta invocaciones a la
épica (“Me debo convertir en un dragón; debe parecer que la portería es tan pequeña
como una caja de cerillas”), pero siempre, al final, para Josu Martínez la
humanidad se divide sólo en dos: entre quienes quieren meter goles y quienes
quieren pararlos.
Antonio Álamo posee una
habilidad envidiable para adentrarse en los universos más codificados, para
entender sus vericuetos y traducirlos al lenguaje de la escena, para hacer complejo
lo que sólo parecería un juego de pies. Patadas
es una clara muestra de que, a contrapelo de Villoro, para Álamo el mundo es mucho más que
un balón, aunque todos estemos atrapados dentro de él.
Alamo, Antonio, Patadas, México, Ed. Paso de Gato (Cuadernos de Dramaturgia Internacional # 26), 2013, 38 pp.
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