De un lado el hombre de los 400 pueblos.
Del otro, el tráfico.
En medio, la Madre.
MADRE:
Oye, chulita… ¿me oyes?… Es que hay como estática… Sí, es que no te oigo bien… pero mira, dejé la carne descongelándose, ¿ya la viste?, para que hagas unas hamburguesas. Rodirgo lleva un amiguito de la escuela, así que haz varias… ¿No me hablaron? Iban a hablar del taller. Bueno, si llaman diles que yo creo que paso hasta mañana… No me va a dar tiempo, está imposible el tráfico. O que si pueden pasar a dejarlo y yo les pago mañana. También. Pero bueno… Dile a Rodirgo que cualquier cosa que saque la tiene que volver a guardar…; no, deja un tiradero; parece zona de guerra su cuarto, y ni siquiera; ahí por lo menos recogen los cadáveres, pero el cuarto de Rodirgo huele… A ver si abres las ventanas y que se airee un poco, ¿si?… Bueno, si hace falta algo dejé dinero en el cajoncito, ya sabes dónde; pero sólo si hace falta, yo mañana voy al súper… Bueno, cualquier cosa me llamas, ¿si?… ¿Qué cosa?… No, ¿dijo que iba a pasar?… ¿Habló y te dijo?… Bueno, si llega a ir dile que yo traigo los papeles, que si quiere se los paso a dejar, pero hasta que tenga el coche… Bueno, ni modo, me hubiera hablado al celular… En esos casos diles que me llamen a mí… Ni modo. Entonces no se te olvide tener las hamburguesas antes de que lleguen, porque a las cinco los va a recoger la mamá… Bueno, cualquier cosa me llamas. Ciao.
Cuelga. Marca de su directorio.
¿Qué pasó, dónde andas?… ¿Dónde?… Uh, te vas a tardar un chorro… No, yo ya estoy aquí… Sí, sí había tráfico, pero se metió por acá atrás, por Río Lerma… Bueno, no importa, ya qué… Y ni siquiera hay una sombra… ¿En el hotel?… Sí, tú, para que se me queden mirando todos los botones… cómo que… una mujer con lentes oscuros –y de no mal ver–, entrando sola… ¿Qué diferencia?… ¿Cómo que…? Ay, bueno, no importa. Mejor te espero aquí, pero métele, ¿si?… ¿Un café?… No veo nada parecido… No, no importa, aquí me espero viendo el paisaje… Pero no te tardes… Adiosito…
Cuelga. Marca de su directorio.
Oye, chulita, se me olvidó; había quedado de ayudarle a Perla a organizar lo de su venta de garage, pero no voy a poder; ¿le hablas y le dices que me salió una chamba? No le quiero hablar yo porque me va a tener media hora al teléfono; dile que yo le hablo en la noche… Bueno,… ¿Qué? ¿Habló? ¿Ahorita?… O sea, ahorita… ¿Y qué te dijo?… ¿Y qué le dijiste tú?… ¿A dónde?… ¿Segura?… Bueno, yo le llamo ahorita, pero si te vuelve a llamar dile que igual sigues sin saber nada… No va a hablar, yo ahorita hablo con él, pero por si hablara… Sale, pues. Ciao.
Cuelga. Marca de su directorio.
Rodirgo y su amigo sacan de un costal cien coches miniatura
y los ponen en el suelo.
Hola, mi amor. ¿Cómo te fue en tu junta?… ¿Ajá?… Bueno, las haces y ya… Pero lo aceptaron, ¿no?… Bueno, ya está… Oye… ¿Dónde?… Acá por el centro… Vine a ver lo de las escrituras, pero ahora resulta que el de la notaría habló y que pasaba por los papeles, pero yo los traigo… Pues ni modo… Oye, apenas estoy saliendo de la notaría y Perla me pidió que la ayudara en lo de su Venta de garage… Así que me voy a quedar por acá… Sí, como no traigo coche… No, regreso temprano. También por eso voy de una vez… Bueno. Nos vemos a la noche, ¿no?… ¿Qué? ¿Yo lo pregunté?… No, pues; nos vemos a la noche… ¿Así está mejor?… Bueno, ciao bye besos.
Cuelga. Marca de su directorio.
El hombre de los 400 pueblos muestra una pancarta
con alguna de sus demandas:
“NOS MANIFESTAMOS PORQUE LA SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN NO HONRA NI SU PALABRA NI SU FIRMA SOLUCIONANDO EL REZAGO AGRARIO”
¿Qué onda, ya mero?… ¿Por dónde?… ¿Pues qué vienes cargando el coche o qué?… No es cierto. Ya pasaron mucho más de cinco minutos… No sé, diez, doce… Pero según tú ya estabas acá a la vuelta… Bueno, pues, pero ya apúrate… Déjalo ahí y vente caminando, yo creo que llegarías antes… Sale pues me está entrando una llamada. Besos.
Teclea para recibir llamada.
¿Sí?… ¿quién?… Ah, licenciado, sí, cómo está… Ajá, pero ¿ya está en mi casa o apenas va para allá?… No, que si ya va para allá, para que no vaya… Es que yo traigo los papeles… Sí, pero como no me llamó anoche, y yo me salí temprano, pensé en pasar a dejárselos, pero el coche no estuvo listo y todo se complicó, ya sabe… Si, el caso es que me los traje a pasear… Se los paso mañana, o pase mañana… ¿Unas copias?… No, no le he sacado… Pero mañana temprano… ¿De verdad es tan urgente?… Qué pasa si… Ya, bueno, ni modo, si tenemos que esperar otro mes… No, es que no me da tiempo… Bueno, ¿sabe qué?… Este es su celular, ¿verdad?, le hablo ahorita para ver a qué hora me desocupo, ¿sale?… Déme cinco minutos. Bueno, hasta ahora.
Cuelga. Marca de su directorio.
Oye…, no, ya se que no han pasado ni dos minutos, pero es otra cosa, y no me puedo esperar porque tengo que regresar una llamada. Así que dime a qué hora tienes que estar tú en tu chamba… No, no tengo prisa, pero es que estoy viendo a qué hora voy a dejar unos papeles… ¿A qué hora?… ¿Seguro?… No, no digas que depende de mí… Ah, bueno, si te refieres a eso, déjame pensarlo, pero conforme más te tardas más se me van las ganas… Si, no sabes, ahorita lo que más se me antoja es agarrar a alguien a patadas; eso sí me liberaría las tensiones… Así que la que se tiene que aplicar no soy yo… Bueno, acá vemos quién es quién… ¿Qué onda, ya?… Ajá…
Cuelga. Marca de su directorio.
El hombre de los 400 pueblos intercambia la pancarta
mostrando otra de sus demandas:
“PRIMERO LOS POBRES… COMO DANTE DELGADO”
Sí, licenciado… No, definitivamente no puedo hoy… ¿Qué?… No, ¿dónde, con quién se los dejo?… No, yo voy a estar en una reunión de la que no me puedo salir para entregar unos papeles… No, de verdad… Sí, ya sé que vamos a perder un mes, pero qué le hacemos… Si la clienta soy yo, oiga… No hay problema… Bueno, esa vez se lo dije porque el asunto se estaba durmiendo, pero ya no se lo he vuelto a decir… Bueno, no importa; ¿a qué hora dice que cierran?… Ok, entonces si puedo le llamo para pasar, aunque sea en taxi, o le pido a alguien que me lleve… Ya si no le llamo pues lo dejamos para el próximo mes, ¿de acuerdo?… Bueno, entonces yo le llamo. Sí, bye.
Cuelga. Por un momento se queda contemplando a la calle.
Rodirgo y su amigo han alineado todos los autos en una sola
dirección, como formando una carretera de ocho carriles.
Suena el teléfono. Tarda en contestar.
¿Qué pasó, mi amor?… No, aquí en el tráfico… Sí, está imposible… ¿Qué?… ¿Cuándo?… ¿¡hoy!?… ¿Y por qué me lo dices hasta ahorita?… No, es que no la voy a hacer. Ya quedé con Perla… Si me lo hubieras dicho antes… ¿Y cancelarle?… No, qué mala onda… Además, imagínate, andar en la calle con este sol, para llegar a la casa a cambiarme y volver a salir?… ¿Se va a ver muy feo si no voy?, porque tú vas a ir aunque yo no quiera, ¿verdad?… No, no me molesta, ya lo sabes…, pero nada de andar revoloteando por donde no… ¿Quién va a ir?… ¿de la oficina nada más?… Ah, no, entonces mejor ve tú solo… No creo que me extrañen mucho… nomás no le des entre a la lagartona aquella, ¿eh?… Ay, sí, no te conoceré… Bueno, ya, ya… ¿Entonces llegas a las mil?… No, no llegues muy tarde… Sí, bueno… no, está con la muchacha, invitó a un amiguito, pero la mamá pasa por ellos para llevarlos no sé a dónde… Sí, no hay problema, yo creo que llego antes que regrese… Sale, pues, ciao bye besos.
Cuelga. Marca de su directorio.
Oye, chulita, ¿sabes qué?… No le has hablado a Perla, ¿verdad?… ¿Sí?… ¿Y qué le dijiste?… Pues sí, ¿verdad?… Bueno, es que a lo mejor sí la veo, pero yo le hablo… Si vuelve a hablar el señor le puedes decir que me fui con Perla, ¿sale? Que siempre sí. Bueno, ciao.
Cuelga. Marca de su directorio.
Qué ondas, Perlita… No, hija de mi alma, no es mala onda, es que estoy en medio de un trance… No, no, nada de vida o muerte, pero precisamente quería pedirte el favor… Je je, pues tibio tibio… Oye, no, es que eres mi coartada… Sí, en serio… No, nada, sólo que si de casualidad llegara a hablar para buscarme, o si otro día te lo encuentras, yo estuve ayudándote… Oh, bueno, hija, entiéndeme… Pero mañana te ayudo haciendo algo en mi casa. Si quieres te preparo algo de comer… Bueno, por cualquier cosa te hablo en la noche… ¿Perdón?… ¿Qué…? Ah, no, no… Luego te cuento… No, no lo conoces… Mmm, de esta boca no saldrá información… Luego te cuento… De verdad, luego… Ay, bueno, entonces ya sabes, ¿eh?… Me canso de ayudarte… Besitos.
Cuelga. Marca de su directorio.
¿Qué pasa, mi rey?… ¿Así acostumbras hacerlas esperar?… Yo nomás digo. Estoy tan desesperada que en una de esas me consigo alguien por aquí, ¿eh?… Sí, por aquí, si vieras, hay toda clase de gente, para todos los gustos, de veras… Mm, ahora mismo estoy viendo a un muchacho de buenos bigotes, más joven que tú para empezar, y más alto… Ah, no sé, no le voy a preguntar, ¿verdad?… ¿Ah, sí, quieres que le pregunte? ¿Y si me dice que lo hace como dios padre tú pagas el hotel?… Ay, sí… Bueno, ¿entonces dónde estás?… ¿Todavía no?… Pues qué paso, se cayó una avioneta o qué… Es que por más que vengas a vuelta de rueda. Bueno, pues, ahorita nos vemos… Sí, yo también… Baboso.
Cuelga.
Mira un momento a su alrededor, mira a la gente.
Trata de identificar entre los presentes a un hombre
con quien se animaría a entrar a un hotel.
El hombre de los 400 pueblos muestra otra pancarta
con una nueva demanda:
“UN POLÍTICO CORRUPTO Y REPRESOR JAMÁS ESTARÁ PRESO;
AHÍ ESTÁ EL CASO DEL SENADOR DANTE DELGADO”
Los cochecitos van avanzando en bloque.
Suena el teléfono.
¿Sí?… ¿Quién es?… No, está equivocado… No, no es… No sé, ¿yo cómo voy a saberlo?… Este número siempre ha sido mío, hasta donde yo sé… ¿Qué? Lo siento, número equivocado…
Cuelga. Marca de su directorio.
Oye, chulita, ¿ya llegó Rodirgo?… Pásamelo… ¿Qué?… Dile que le voy a decir una cosa… ¿Qué está ocupado?, ¿qué están haciendo?… ¡Jugando!, ¿y por eso no puede contestarme?, dile que me conteste en este momento… ¿Qué?… Bueno, va a ver cuando regrese… Mentao chamaco, que se coma la ensalada y que no vaya a agarrar mi ipod… si se enoja dile que el otro día me la dejó toda cochina. Quién sabe dónde mete las manos ese niño… Y ya dales de comer porque la mamá va a ir en un rato, ¿sí?… ¿qué?… Sí, empanizadas… O no, como ellos las quieran… Pero, ¿todavía no las preparas?… Te dije que las tuvieras listas para cuando llegaran, porque si llegan y no está la comida se ponen a jugar y a ver después quién los saca de ahí… Dile que se siente a la mesa y que se pongan a comer ya. Sírveles la sopa mientras preparas las hamburguesas… Ay, bueno, hazle como puedas, ¿sí? Ciao…
Cuelga.
La columna de cochecitos sigue avanzando y comienza
a desplazarla del centro hacia
el hombre de los 400 pueblos, al que no ha visto.
Suena el teléfono.
¿Y ahora qué?… ¿Dónde?…
Levanta la vista buscando algo.
No, no veo…
Mira en dirección del hombre de los 400 pueblos,
pero su mirada no se posa en ellos;
ve a través de ellos. Levanta la mano y saluda.
Sí, ya te estoy viendo… ¡Vaya!… Mira, allá en la esquina está el estacionamiento… No, aquí te espero, en lo que cruzo y me subo, mejor apúrate y mételo ahí… Ándale que se me va a hacer de noche… y algunos van a pensar otra cosa… oh, ¿no te digo?… Entonces te voy a cobrar… y cobro caro… De todo… Tú nomás pide… Pero ya apúrate que ya estoy… Ándale…
Cuelga y sigue mirando un objetivo móvil.
Cuando ese objetivo parece haber desaparecido
descubre que los cochecitos ya casi le dan alcance.
Suena nuevamente el teléfono.
¿Sí?… ¿Buenas tardes?… ¿Quién…? Ah, sí, cómo está, señor… No, no estoy en mi casa, ¿qué pasa, ya me tiene mi coche?… ¿Qué cosa?… ¿Y entonces?… ¿Qué?… No, pero si me dijo que sólo era un problema eléctrico y que iba a cambiar no sé qué cosa… No, no, no, pero si no tenía nada de eso… No, yo no sé si sonaba o no el motor… ¿Yo cómo voy a saber la diferencia entre la biela y el cigüeñal? Yo no sé nada de eso, por eso se lo llevo a usted… Sí, ya sé que está tratando de explicarme, pero no le pedí que me explicara; no necesito saberlo… ¿Qué?… ¿desvielado?… ¿y eso qué quiere decir?… Ya le dije que no entiendo, pero no tenía nada de eso, usted me dijo que nada más le iba a cambiar el aceite y ahora me sale con que se tronó la mitad del motor… Oiga, no, yo no tengo por qué saber cómo funcionan las cosas, lo que yo necesito es que funcionen… Escúcheme…, escúcheme, por favor; si yo necesitara saber cómo funcionan todas las cosas en el mundo, imagínese… ahora sólo falta que tenga que saber cómo funciona mi refrigerador, si no no puedo usarlo… Usted debería hablarme para decirme cuándo me lo regresa y cuanto le debo, punto; sin salirme con cosas que no tenía… Ah, yo no sé, pero aparte de que me va a dejar sin coche como diez días me lo quiere cobrar como si fuera nuevo… ¿Pero usted qué se cree? No, no le voy a pagar eso y lo voy a denunciar por abusador… sí, eso es lo que…, ¿sabe cuánto tiempo llevo con ese coche y nunca le ha pasado nada?… ¡Ah!, y ahora me dice que por eso… Oiga, no; ¿sabe qué? Póngalo en una grúa y me lo lleva a mi casa… ¿Desarmado? No, como estaba, exactamente como estaba; lo voy a llevar a la agencia, y si me dicen que alguien le metió mano y que de pronto le pasó algo yo lo demando, ¿eh?… ¿De qué nos vio cara?… No, no me grite, yo no le estoy gritando… Pero oiga, me está dejando sin coche, no me puede hacer eso ahora, en esta pinche ciudad, ¿qué no la conoce?… me está cortando las piernas, fíjese, me las está cortando… Pero a ver si le dice eso a mi marido… Si, yo ahorita le digo que lo vaya a ver, a ver si le dice lo mismo… sí, gracias por nada, ¿eh?
Cuelga.
El hombre de los 400 pueblos muestra una nueva pancarta
con otra de sus demandas:
“PREFERIMOS LA CORRUPCIÓN DEL GOBIERO DEL DF QUE
LA INSENSIBILIDAD DEL PAN”
Ella permanece alterada, con el rostro demudado
por el coraje que acaba de hacer.
Por más que lo intenta no logra recuperar inmediatamente
su gesto tranquilo de antes.
De pronto, descubre por primera vez al manifestante.
Parece alguien salido de la nada, parte del paisaje,
por eso ella no lo veía.
Por eso ahora que lo descubre siente por primera vez
que no entiende el mundo que habita.
Petrificada, lo contempla en silencio por segundos,
tal vez minutos.
¿Él la mira?
No lo sabemos; lo más probable es que sí;
pero no es él, sino su cartel el que habla.
¿Qué le dicen esas frases a ella?
¿Sabe ella quién es Dante Delgado?
¿Alguien sabe quién es Dante Delgado?
En algún momento ella reacciona y trata de dar vuelta,
sólo para comprobar que está atrapada
entre el “tráfico” y el hombre de los 400 pueblos.
Los niños se han marchado y han dejado
todos los carritos regados.
El amante aparece detrás de los cochecitos y comienza
a pasar por encima de ellos
como si fuese Godzila o Ultramán. Viene a rescatarla.
Al llegar junto a ella, se besan.
Ya no te quiero. ¿Sabes lo que me pudo pasar aquí sola?
Y camina rumbo al hotel aplastando todo a su paso.
México DF, noviembre 2008
NOTICIA
Monumento a la Madre fue escrita para participar en un proyecto de teatro periodístico o “inmediato” que promovía El Milagro a fines del 2008. Tomé como noticia un suceso que había dejado de serlo y que, curiosamente, por esos días volvió a cobrar relevancia: el plantón de los 400 pueblos en la Ciudad de México. Como habitante de esta metrópoli conviví cotidianamente con este plantón durante al menos un lustro, al grado de que dejó de sorprenderme el desfile de sus cuerpos semidesnudos por las glorietas de Reforma. Después de tan prolongada permanencia, y de tan ambigua protesta (pocos saben exactamente el trasfondo de sus demandas), la manifestación se había vuelto invisible para los transeúntes y automovilistas; si acaso seguía siendo foco de atención turística. Pero a fines de octubre del 2008 su situación volvió a la palestra con las declaraciones del jefe de la policía, quien afirmó que si por él fuera, los “sacaría a patadas” de la Ciudad. Después surgieron otras reacciones que no viene al caso reproducir. Lo que sí comento son las dos circunstancias que impedieron la escenificación de este ejercicio: en primer lugar, la cancelación del ciclo por falta de recursos, según argumento de los organizadores; y por otro, la posterior noticia, a fines del mes de noviembre, de que los 400 pueblos levantaban su plantón en acuerdo con las autoridades. ¿Habrán resuelto sus demandas?, me pregunto todavía. El caso es que la obrita fue concebida como teatro de actualidad y de un día para otro pasó a ser teatro histórico.
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