Por José Sanchis Sinisterra
I
Hay
territorios en la vida que no gozan del privilegio de la centralidad.
Zonas
extremas, distantes, limítrofes con lo Otro, casi extranjeras.
Aún,
pero apenas propias.
Áreas
de identidad incierta, enrarecidas por cualquier vecindad
La
atracción de lo ajeno, de lo distinto, es allí intensa.
Lo
contamina todo esta llamada.
Débiles
pertenencias, fidelidad escasa, vagos arraigos nómadas.
Tierra
de nadie y de todos.
Lugar
de encuentros permanentes, de fricciones que electrizan el aire.
Combates,
cópulas: fértiles impurezas.
Tradiciones
y pactos. Promiscuidad.
Vida
de alta tensión.
Desde
las zonas fronterizas no se perciben las fronteras.