3/2/24

El posdrama en México o La segunda expulsión del dramaturgo

El lado b de la materia

En 2016 fui invitado a participar en el coloquio denominado Los raros, autores y géneros excluidos de la literatura hispánica, pero, por azares de la vida, no pude llegar a la cita en la ciudad de San Luis Potosí y, como afirmé a los organizadores, mi inasistencia podría acrecentar el estigma que coloca a la literatura dramática como un género marginado en los estudios de literatura hispánica contemporánea. Aquí mis argumentos.

Desde el surgimiento de las vanguardias, ninguna disciplina de la literatura ha quedado más en entredicho que la dramaturgia, debatiéndose entre aferrarse a sus condiciones propiamente literarias o –a través de la escritura del tiempo/espacio de la escena–, desembocar en una consecuente renuncia al contacto impreso con el lector. Los estrenos de piezas escénicas que podríamos denominar de texto, día con día pierden terreno respecto de aquellas basadas en algo más que un guión de acciones. Si a eso sumamos la enorme cantidad de obras que se conciben como experiencia preformativa, por tanto irrepetibles, la distancia se acorta aún más. Entre las consecuencias lógicas está, pues, el hecho de que algunas de las más relevantes creaciones teatrales de la actualidad no llegan a publicarse y con ello se pierde la posibilidad de su análisis ulterior, a no ser que el estudioso domine la hermenéutica teatral…, y asista al teatro.