La
gente me pregunta qué tiene que ver Shakespeare con los aztecas. Yo mismo me lo
pregunté hace doce años cuando una actriz y productora[1]
me propuso hacer una “versión prehispánica” del Rey Juan para presentarlo en el Reino Unido. ¿Por qué específicamente
esta obra?, ¿en dónde se relaciona con nuestra historia antigua?, la interrogué
para conocer sus motivaciones, pero ella me respondió que era mi tarea resolver
esas preguntas. Yo sabía que antes de llegar a mí otros autores habían
rechazado su propuesta por disparatada, y sin duda yo debía hacer lo mismo; sin
embargo, ella me persuadió de pensarlo algunos días, y entonces me puse a
buscar algo que pudiese ponerme sobre la pista.