"Vamos a hablar de mamuts: como ustedes saben, un mamut es un hombre o mujer –macho o hembra–, pero sobre todo es un objeto, un clásico objeto de deseo, poco más que carne... Un mamut, para ser mamut, debe ir a la cama en la primera cita; eso es un mamut. Lo que uno se pregunta en estos casos es si vale la pena escuchar tanta nada para descargar nuestro rencor en forma de semen... pero eso cada quien lo sabrá. Lo cierto es que estar con un mamut es pura masturbación, masturbación asistida y poco más que eso... Pero antes de continuar, un poco de música, por favor".
Mamut (o la prehistoria del sexo), de Omar Argentino Galván, es el dibujo rupestre de un cazador experto, la leyenda de un nómada que, alejado de las costumbres de las tribus sedentarias en que se educó, sale por las noches a buscar carne fresca. Apenas escuchamos los ecos de una civilización lejana, pero no hay aquí buenas maneras, sino el más lascivo instinto. Tampoco, hay que decirlo, hay el respeto solemne de las convenciones literarias: ¿qué son: poemas, cuentos, un diario hiperrealista?; sino el testimonio de alguien que no entiende o ha olvidado lo que es citarse para tomar un café, y que siempre acostumbra marcharse antes de conocer a los padres de la presa. En su estricto sentido este Mamut es el vehículo que nos transporta a esos tiempos en que el contacto de los cuerpos brotaba al margen de las convenciones sociales. Después de todo, ¿quién es su autor sino un rapsoda que vive una tour a tope?: un observador del mundo bien atento para procesar esos instantes de realidad de los que –queremos creer–, no es protagonista, sino acaso el más discreto confesor. Por eso, habitantes de la urbe, si quieren adentrarse en estas historias furtivas sin correr los riesgos, no olviden el repelente de mosquitos y vengan sin cenar por si acaso se les abre el apetito.
Mamut (o la prehistoria del sexo), de Omar Argentino Galván, se estrenó en el Trolebús Escénico de la Cd. de México en julio del 2009, bajo la dirección de Marco Vieyra y Richard Viqueira, música de Renata Wimer, vestuario de Katia Lozano y la interpretación de Luis Mario Moncada y Renata Wimer.
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