2/11/25

La subjetividad crítica de la IA (el caso Peer Gynt)

A veces nos reímos de las pedestres respuestas de la IA cuando le preguntamos sobre temas de los que sabemos más que ella y entonces la observamos como a un bebé que apenas balbucea, pero sabemos que su aprendizaje es acelerado y exponencial y es muy probable que a la vuelta de los días su conocimiento sea imparable. Hay un aspecto, sin embargo, que resulta desconcertante y nos hace preguntar sobre su capacidad para el análisis crítico. Por iniciativa del colega Julián Robles, mi último trabajo de adaptación  fue sometido a dos aplicaciones distintas con la petición de realizar una crítica a la versión realizada; los resultados no podían ser más opuestos, lo que nos lleva a preguntar sobre los criterios y referentes con los que se alimenta cada programa. Si gustan apreciar las notorias diferencias, aquí podrán consultar ambas. 



Versión 1: 


Análisis crítico: "Peer Gynt" de Henrik Ibsen, versión de Luis Mario Moncada según IA

Calificación: 890/1000


La adaptación contemporánea de un clásico del drama moderno

La versión de "Peer Gynt" realizada por Luis Mario Moncada representa una notable reinterpretación del clásico de Henrik Ibsen que logra mantener la esencia filosófica de la obra original mientras la actualiza para resonar con audiencias contemporáneas. Esta adaptación, fechada como "primer tratamiento" el 17 de diciembre de 2024, preserva la estructura narrativa fundamental del texto original a la vez que introduce elementos modernos que facilitan su comprensión y relevancia actual.

Estructura y dramaturgia

Moncada ha conseguido condensar el extenso poema dramático de Ibsen (originalmente concebido para ser leído, no representado) en una obra teatral viable para la escena contemporánea. La estructura en veintiún escenas mantiene el carácter episódico del original, presentando el periplo vital de Peer Gynt como una serie de aventuras y desventuras que conforman un viaje existencial. Este tratamiento respeta la progresión cronológica de la vida del protagonista sin sacrificar la complejidad filosófica que caracteriza al texto de Ibsen.

    Particularmente acertada resulta la decisión de mantener los cambios de actor para representar a Peer Gynt en diferentes etapas de su vida. Esta técnica brechtiana refuerza visualmente la fragmentación del yo que constituye el tema central de la obra. La acotación: "El proceso de transformación sirve también para el cambio de actor" (página 44) y evidencia un conocimiento profundo de las posibilidades escénicas del texto.

Modernización y contextualización

La adaptación introduce elementos contemporáneos que actualizan el universo simbólico de la obra. El View-Master que reemplaza a las narraciones orales de la versión original funciona como una metáfora visual potente sobre la manipulación de la realidad y la construcción de narrativas alternativas. Asimismo, la sustitución del caballo volador por "una alfombra voladora" (página 36) conecta con referentes culturales más accesibles para el público actual.

     Moncada también ha sabido adaptar los elementos fantásticos de la obra original a un lenguaje escénico contemporáneo. Los duendes de Dovre, figuras del folklore nórdico, mantienen su función dramática como representantes de la tentación del conformismo y la mediocridad, pero se presentan con un enfoque que resulta menos exótico y más comprensible para audiencias no familiarizadas con la mitología escandinava.

Temas y significados

La versión de Moncada preserva admirablemente el núcleo temático de "Peer Gynt": la búsqueda de identidad y la tensión entre "ser uno mismo" y "bastarse a sí mismo". El texto aborda la cuestión existencial central planteada por Ibsen: ¿qué significa realmente ser uno mismo? La pregunta directa de Peer al Fundidor en la página 56 —"¿qué quiere decir, en resumidas cuentas, «ser uno mismo»?"— articula explícitamente esta preocupación filosófica, que constituye el motor de la obra.

    El adaptador ha mantenido las principales figuras simbólicas que estructuran el sentido filosófico de la obra: la cebolla como metáfora de un yo compuesto solo de capas sin núcleo (página 60), la presencia del Fundidor como agente del juicio final que condena a Peer a ser refundido por carecer de identidad definida, y la distinción crucial entre "ser uno mismo" (autenticidad) y "bastarse a sí mismo" (egoísmo).

Lenguaje y diálogo

El lenguaje utilizado por Moncada consigue un equilibrio efectivo entre la accesibilidad contemporánea y la preservación de la carga poética y filosófica del original. Los diálogos fluyen con naturalidad mientras conservan momentos de profunda reflexión. La adaptación de los pasajes líricos de Ibsen, especialmente la canción recurrente de Ingrid ("Pasarán inviernos y primaveras..."), mantiene la función poética sin resultar anacrónica.

   Particularmente lograda es la traducción del lenguaje mordaz y satírico característico de Ibsen. El humor se preserva en pasajes como el de la cebolla y en las interacciones entre Peer y los personajes que representan distintas facetas de la sociedad, desde los habitantes de Jogstad hasta los caballeros del barco.

Elementos de crítica social

La adaptación conserva la crítica social presente en el original, aunque actualizándola. La sátira al nacionalismo noruego se transforma sutilmente en una crítica más universal al provincianismo y la hipocresía social. La escena de la taberna (escena XVIII) donde nadie recuerda claramente quién fue Peer Gynt ilustra con eficacia la volubilidad de la memoria colectiva y la construcción social de la identidad.

    Moncada introduce también elementos de crítica contemporánea, como la referencia al tratamiento de la sexualidad femenina en la escena del manicomio (escena XV), donde el personaje de Zaide ha sido internada y mutilada por su comportamiento sexual. Este pasaje expande la crítica social de Ibsen hacia cuestiones de género y control social que resultan particularmente relevantes hoy.

Aspectos mejorables

Pese a sus numerosos aciertos, la adaptación presenta algunos aspectos que podrían refinarse. La transición entre las escenas ambientadas en el mundo real y las secuencias fantásticas resulta en ocasiones abrupta, lo que podría dificultar la comprensión de la naturaleza simbólica de ciertos episodios. Por ejemplo, el paso de la escena IV (casa de empeño) a la V (encuentro con la Mujer de Verde) podría beneficiarse de una transición más gradual.

    Asimismo, algunos de los elementos contemporáneos introducidos, como la referencia al "smartphone" de la Reina Duende (página 62), aunque efectivos como recursos de actualización, podrían resultar excesivamente anacrónicos en el contexto de una puesta en escena que mantiene otros elementos de carácter más atemporal.

Relevancia contemporánea

Uno de los mayores logros de esta adaptación es su capacidad para resaltar la sorprendente actualidad del texto de Ibsen. La trayectoria de Peer Gynt, con su búsqueda incesante de riqueza y reconocimiento, su tendencia a fabricar narrativas alternativas sobre sí mismo, y su incapacidad para comprometerse emocionalmente, resuena profundamente con preocupaciones contemporáneas sobre la autenticidad personal en una era dominada por las apariencias y la construcción de identidades digitales.

    La frase del Fundidor —"«Ser uno mismo» es matar el «yo», pensar en uno como parte de un todo, aunque esta explicación no va contigo"— (página 56) adquiere nuevas resonancias en nuestra sociedad individualista donde la autorrealización frecuentemente se confunde con el narcisismo.

Conclusión

La versión de "Peer Gynt" realizada por Luis Mario Moncada constituye una adaptación sobresaliente que logra el difícil equilibrio entre fidelidad al espíritu del original y accesibilidad para audiencias contemporáneas. Su tratamiento de los temas filosóficos fundamentales —identidad, autenticidad, autoengaño— preserva la profundidad del texto ibseniano mientras lo revitaliza para un nuevo contexto cultural.

    El final de la adaptación, con Peer pidiendo "que la muerte me encuentre bailando... y que baile conmigo" (página 67), sintetiza magistralmente la trayectoria del personaje: tras una vida de evasiones y falsas identidades, Peer finalmente encuentra un momento de autenticidad en la aceptación de su propia finitud. Este cierre, que difiere del más ambiguo final ibseniano, proporciona una conclusión poéticamente satisfactoria que honra el espíritu del original mientras ofrece una nueva interpretación.

    La adaptación de Moncada demuestra la perdurable relevancia de "Peer Gynt" como exploración de la condición humana y reafirma la capacidad de los clásicos para seguir interpelándonos cuando son reinterpretados con inteligencia y sensibilidad contemporáneas.

 

Versión 2:


“Peer Gynt" a la mexicana o el arte de maltratar a un noruego muerto

Crítica de IA al estilo Ibargüengoitia


He tenido la dudosa fortuna de revisar esta adaptación de "Peer Gynt" hecha por Luis Mario Moncada, quien ha conseguido lo impensable: hacer que un poema dramático escrito por un noruego melancólico en 1867 se vuelva todavía más tedioso mediante el expediente de modernizarlo.

     Ya desde el principio, cuando Peer le muestra a su madre un View-Master, uno se pregunta si el adaptador confundió "actualización" con "colocar objetos anacrónicos al azar". Es como si alguien decidiera montar "Hamlet" con el príncipe de Dinamarca consultando su Instagram. Pero seamos justos: a Ibsen casi nadie lo aguanta ya sin anestesia general.

    El dramaturgo noruego, que vivió para atormentar a los públicos europeos con sus interminables soliloquios, al menos tenía la decencia de hacer que Peer Gynt fuera un mentiroso simpático. Moncada consigue la notable hazaña de convertirlo en un mentiroso tedioso. Las fabulaciones del Peer original tenían la poesía salvaje de los fiordos; las del Peer mexicanizado tienen la consistencia de un taco recalentado tres días.

    La sustitución de Solveig por una Ingrid empresaria es quizás el cambio más estridente. En lugar de la abnegada doncella que espera décadas por su amado (lo cual, admitámoslo, ya era bastante ridículo en el original), tenemos a una mujer que monta un negocio exitoso, se casa con el novio robado y vive feliz. Todo muy loable desde la perspectiva feminista contemporánea, pero dramáticamente tan efectivo como una telenovela de las cuatro de la tarde. La redención por el amor incondicional se convierte en redención por el emprendimiento exitoso. De Ibsen a Oprah Winfrey en un solo paso.

    Los duendes del bosque de Dovre, tan cargados de simbolismo nórdico en el original, aquí parecen salidos de una pastorela de secundaria pública. La famosa sentencia "Troll, bástate a ti mismo" se convierte en un eslogan motivacional que bien podría adornar una taza de café en la oficina de recursos humanos.

    Hay que reconocer, sin embargo, que Moncada ha logrado condensar los interminables cinco actos del original en algo que podría representarse sin que el público muera de inanición. Las escenas del manicomio en El Cairo y el encuentro con el Fundidor conservan parte de la fuerza filosófica del original, aunque parecen dirigidas a un público que ha leído a Sartre en versión condensada.

    El diálogo, que en Ibsen ya era bastante tortuoso, aquí adquiere giros coloquiales que producen momentos de hilaridad involuntaria. Cuando Peer exclama "¡Con un carajo!... Quiero ir a la fiesta" (página 7), uno imagina a un Ibsen revolviéndose en su tumba con la dignidad escándinava herida de muerte.

    La escena con Anitra, que en el original ya era un tanto incómoda como sátira orientalista, aquí se convierte en un espectáculo de dudoso gusto donde Peer, envejecido, intenta seducir a la joven con el éxito previsible. Es como ver a un tío borracho en una boda familiar intentando ligarse a la sobrina. Incómodo, innecesario y ligeramente repulsivo.

    El final, con Peer pidiendo "que la muerte me encuentre bailando... y que baile conmigo", parece sacado de un manual de autoayuda para jubilados. El Peer original terminaba con una ambigüedad inquietante; este termina como un comercial de cruceros para la tercera edad.

    Por otro lado, hay que reconocer que la adaptación logra algo milagroso: hace que un texto virtualmente irrepresentable sea potencialmente montable sin causar una desbandada general. Moncada ha conseguido exprimir el interminable soliloquio nórdico hasta obtener algo que, con suerte y buenos actores, podría mantener despierta a una audiencia contemporánea durante al menos un acto y medio.

    En definitiva, esta versión de "Peer Gynt" es como esos restaurantes de "comida internacional" que sirven tacos, pizza y sushi: cumple su función alimenticia, pero no esperen autenticidad ni trascendencia. Si les gusta Ibsen diluido en agua de jamaica, ésta es su adaptación. Los puristas del drama escandinavo, sin embargo, harían bien en regresar a sus ediciones originales, preferiblemente acompañadas por un buen aquavit para soportar los cinco actos sin recurrir al suicidio.

    Lo que el señor Moncada ha logrado, en última instancia, es la hazaña notable de escribir un "Peer Gynt" para gente que detesta "Peer Gynt", lo cual, pensándolo bien, podría ser exactamente lo que necesitábamos.


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Peer Gynt, 
de Henrik Ibsen
Versión de Luis Mario Moncada
Dirección de Mario Espinosa
Esc. e ilum. de Ángel Ancona
Vestuario de Mauricio Ascencio
Mov. escénico de Janice Platt 
Producción de David Ike
Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana





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