24/3/10

Karina Gidi

Como prácticamente todos, me rindo a la fascinación de Incendios, el último montaje de Hugo Arrevillaga, muy particularmente a la interpretación de Karina Gidi, cuyo registro emotivo sorprende doblemente por basarse en la contención y la sutileza. Pocas veces en el teatro contemporáneo podremos participar de una catarsis colectiva tan elocuente como ésta, pese a que la obra no responde al canon trágico que algunos sugieren cuando hablan del mito edípico; a mi parecer se trataría de una reivindicación del melodrama a partir de Yocasta, magistralmente urdida por Wajdi Mouawad y así entendida por la compañía Tapioca Inn. Pero no es mi intención colgarle adjetivos a una puesta que me ha conmovido tanto como al que más; la traigo a cuento porque de tiempo atrás tenía la idea de rendir un tributo personal a las actrices que he visto crecer conmigo y quienes a mi juicio constituyen un parámetro de las posibilidades histriónicas de nuestro teatro.
Y qué mejor manera de empezar esta lista que con Karina Gidi, dueña absoluta del escenario que pisa, cuyo más lejano recuerdo lo tengo de Dolores o la felicidad (1995), donde por cierto trabajaba al lado de otras actrices de altos vuelos. Seguramente habrá estado en montajes anteriores, pero siendo éste el primero que tengo presente advierto sobre algunos de los atributos que entonces llamaron mi atención y que con los años ha venido madurando a niveles de maestría: modulación exacta de la voz, un aplomo escénico extraordinario y la capacidad para transitar por contrastados registros dramáticos.
Ahora que lo pienso, casi al mismo tiempo que hacía Dolores estuvo con Ludwik Margules en Tiempo de Fiesta formando parte de un portentoso ensamble de actores que no terminó de cuajar la que prometía ser la más decantada propuesta de convención pinteriana. ¿Una propuesta fallida?, no tanto; sólo un poco aburrida para mis apetencias de aquellos años.
Tal vez el primer protagónico que dimensionó sus alcances haya sido El hombre del destino (1996), una de las llamadas “comedias agradables” de Bernard Shaw, aunque la Asociación de Críticos  haya destacado más su comicidad en el Don Juan de Moliere-Margules, de la que no puedo hablar porque no vi. La que en cambio sí aprecié con delicia inesperada fue Libros para cocinar (1999), un conjunto de obras breves que se sostenía en sus bien urdidos argumentos y en la sutil expresión de sus actores.
Pero la obra que marcó el parteaguas y trascendió cualquier actoralidad previa fue sin duda Instrucciones para volar (2000), creada en colaboración con José Antonio Cordero y Mariano Cossa; no fue sólo el hecho de haberla pergeñado mediante una suerte de dramaturgia del actor, o por cristalizar una metáfora escénica alrededor del viaje de la vida, sino sobre todo porque había en ella una postura artística vital: una actriz que toma las riendas de su discurso y crea un lenguaje apropiado para expresarlo. Por otro lado fue la primera obra nacional que exploraba las nuevas relaciones al amparo del internet, pero eso a estas alturas es lo menos importante.
        Tan congruente y radical fue su postura que después de ese montaje echó a volar y durante algún tiempo le perdimos la pista. Recuerdo haber sido uno de los damnificados por su ausencia pues en aquel entonces le propuse una obra que ella no aceptó por estar haciendo maletas (o al menos fue el pretexto que me dio).
Instalada en Canadá, donde aprendió a actuar en inglés, algún contacto mantuvo con nuestro país a través del cine, particularmente por su actuación en Demasiado amor, que alguna nominación o Ariel debe haberle generado.
En el último lustro, sin embargo, ha vuelto para ocupar un sitio cada vez más prominente en la escena mexicana. Dosificación ha sido uno de sus emblemas, la selección de los proyectos adecuados a su registro. Desde La casa suspendida hasta Incendios, pasando por Fresas en invierno (tal vez con el paréntesis de Festén donde también estaba extraordinaria) a Karina parece haberle acomodado la sensibilidad del teatro canadiense, no en balde presume desde hace tiempo su doble nacionalidad.
No digo más; sólo pido que contemplen la imagen que encabeza esta semblanza (cortesía de Blenda) y podrán apreciarlo nítidamente: dos mujeres amenazadas por un arma ensayan reacciones contrastadas; mientras una oculta la cabeza por el miedo (y hace bien), la otra mira más allá del rifle y de los ojos del agresor. Vean cómo lo encara sin amenazarlo. Sorprende más que nada lo relajado de su rostro, la tranquilidad provocadora con que enfrenta el terror que la inunda. Véanla con calma, véanla y se darán cuenta que la luz que enmarca su rostro no es la del teatro, es la luz que surge de sí misma. Lástima que la foto no tenga sonido porque la voz que escucharíamos sería de una dulzura desoladora… Me rindo ante ella, ante ese rostro que no puedo dejar de contemplar, así que bajo el arma y digo: vive por siempre.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo ni siquiera me atreví a escribir públicamente de su actuación. Sentí que cualquier cosa que dijera le iba a quedar chica. Justo homenaje.
David Gaitán

Anónimo dijo...

Si, Karina, La Politti y la Owen están en mi panteón olimpico de actrices.

Anónimo dijo...

que hermoso

Anónimo dijo...

La mejor actuación que he visto en años, sin duda, la de Gidi en Incendios.

Anónimo dijo...

ME SIENTO CON EL LEGÍTIMO ORGULLO DE SER AMIGA DE ESTA EXTRAORDINARIA ACTRIZ, QUE MERECE SER VERDADERAMENTE RECONOCIDA EN ESTE PAÍS. ROSARIO VALVERDE

Anónimo dijo...

es la mejor actuación de una actriz que he visto en muchos pero muchos años. a Karina debe llamársel "La Gidi" como se acostumbra llamar a las grandes del mundo. Enhorabuena

Anónimo dijo...

Karina Gidi en todo lo que participa o crea lo hace muy bien, pues es talentosa, una gran actriz, yo la conozco desde niña y he seguido sus pasos en el teatro, cine y televison, hoy despues de Cannes seguramente le llegaran grandes propuestas. Felicidades.
Rebeca Bouchez.

Anónimo dijo...

Felicidades Karina, eres maravillosa, siempre he admirado tu excelente trabajo como actriz, ahora despues de Cannes tu vida seguramente será otra, eres genial. Rebeca Bouchez.

Anónimo dijo...

C'est totalement reminescent de te voir maintenant, Karina, comme une grande actriz quand je me souviens de t'avoir vu comme un enfant chez Elisa, tu est un exemple pour mes trois filles. Tes performances sont extra est ton allure tres digne comme celle de ton pere Emilio. Je desire pour toi tout le bonheure que tu deserve. Reidar Jensen

Anónimo dijo...

Eres simplemente la mejor actuación que yo he visto en México. Sin duda me referiría a ti como la mejor actriz de este país. pero no te lo creas para que no se opaque nunca la luz que te ilumina ni se aminore el esfuerzo que haces por darnos tanto en el escenario.
Del club de tus fans xalapeños

Anónimo dijo...

La recuerdo niña, precoz, siempre creativa, acaso “impertinente”… no habría podido ser de otra forma cuando todo eso que ahora obsequia desde el escenario ya estaba en ebullición. Pequeña indagadora a la que su corta edad no le hacía obstáculo para escribir con letras grandez: “Eres el sol de mi vida, mira cuánto te querré”
Lucía Beltrán

Anónimo dijo...

Grandiosa, deja huella muy profunda en mi alma.